La hora de las convicciones profundas y del plan de lucha que ya empez贸
Por Franco Costa - Candidato a Secretario General por la Agrupación Nodocentes de Base en ATUNA
Cada época política obliga a las y los Trabajadores a mirarse en el espejo de su historia. Y hoy, frente al proyecto devastador del gobierno de Javier Milei, ese espejo nos devuelve una pregunta urgente: ¿vamos a permitir que destruyan la educación pública, las organizaciones sindicales y todas las herramientas de movilidad social que hizo de nuestro país un lugar único en América Latina? No estamos ante un debate técnico ni ante una disputa retórica. Estamos frente a un gobierno que concibe a la sociedad como un desierto sin instituciones, sin comunidad y sin derechos.
Quienes pertenecemos al espacio de las Universidades Públicas Nacionales y específicamente quienes nos encontramos dentro del colectivo de Trabajadores y Trabajadoras NODOCENTES, sabemos que la universidad pública es un punto de inflexión histórico que permitió el desarrollo de nuestro país. Sin esas instituciones, la movilidad social ascendente sería una ficción y la soberanía nacional, un recuerdo.
Por eso resulta tan grave la ofensiva actual. Milei no solo ajusta presupuestos, busca destruir toda forma de organización que permita a un pueblo defenderse. Va contra los sindicatos, contra las universidades, contra el Estado y, en última instancia, contra cualquier estructura que impida la mercantilización total de la vida. Esa es la raíz del conflicto. Y es precisamente allí donde los trabajadores tenemos que plantarnos con claridad conceptual.
Para los NODOCENTES, nuestra federación FATUN ha tenido históricamente un rol fundamental en la defensa de las condiciones laborales del sector, sosteniendo paritarias, plantándose en momentos críticos y marcando presencia cuando intentaron avanzar sobre nuestras conquistas. Ese recorrido es parte de nuestra identidad colectiva y es justo reconocerlo. Sin embargo, la etapa que atravesamos exige algo más que la posición firme de un solo sector, demanda que Docentes, Estudiantes, Graduados y toda la comunidad asuman, desde miradas creativas y audaces, nuevas formas de insertar estos debates en una sociedad que padece esta forma de gobernar, a pesar de que algunos no quieran verlo. Todo esto debe integrarse en el marco del plan de lucha que venimos sosteniendo a nivel general, para que la defensa de la educación pública y de la soberanía nacional se convierta en un esfuerzo verdaderamente colectivo.
Cada universidad posee un capital cultural y simbólico enorme. No es una frase hecha; son espacios concretos donde conviven trabajadores, estudiantes, artistas, investigadores, docentes, gestores culturales, técnicos, administrativos, comunicadores. La potencia está ahí, esperando ser activada en múltiples direcciones. En la Universidad Nacional de las Artes quedó demostrado cuando se realizó un flashmob en la estación Once, con Docentes, Estudiantes y NODOCENTES interviniendo el espacio público. Aquello no fue solo una intervención cultural, fue una demostración de que la universidad pública puede expresar resistencia con lenguajes que conmueven y convocan, rompiendo la apatía e interpelando a quienes no se sienten parte del mundo académico.
Esa capacidad de movilización creativa es una herramienta política de enorme valor y debe potenciarse como una salida necesaria en este momento crítico, en el que el gobierno intenta imponer un nuevo orden social basado en la ruptura de los lazos de solidaridad, de movilidad y de empatía que sostuvieron históricamente a nuestro pueblo. Este ataque no se limita al ámbito estatal, sindical o universitario: repercute también sobre otros espacios que conquistaron derechos a fuerza de lucha. El colectivo de mujeres, los feminismos, las diversidades y, en particular, las identidades travestis y trans, están siendo golpeados por el recorte de programas, el desmantelamiento de áreas de género, la persecución discursiva y el intento de reinstalar lógicas violentas. Nada de esto es aislado: forma parte de una misma matriz ideológica que rechaza cualquier forma de igualdad y se opone a todas las políticas destinadas a reparar desigualdades históricas.
Cuando se ataca la Universidad Pública, se ataca el espacio donde muchos de esos derechos fueron pensados, investigados, enseñados y defendidos. La violencia económica, institucional y simbólica del gobierno se conecta con todos estos frentes, conformando una ofensiva integral. Por eso nuestra respuesta también debe ser integral: no hay defensa de la educación sin defensa de los derechos de género; no hay lucha sindical que deje afuera a quienes siempre estuvieron más expuestas a la precarización; no hay justicia social si se abandonan las reivindicaciones de las diversidades. Lo que está en juego es el proyecto mismo de una Argentina inclusiva.
Tampoco vamos a frenar a Milei solo en el Congreso o con visibilizaciones. Eso puede ayudar, pero no va a detener un programa que desprecia las instituciones y solo puede ser vencido ante la movilización popular y la organización política. Este gobierno solo entiende el lenguaje de la calle y de las urnas. Por eso la presencia sostenida en el espacio público vuelve a ser decisiva. Y cuando hablamos de calle no nos referimos únicamente a marchas tradicionales: hablamos de asambleas, intervenciones artísticas, clases públicas, campañas de comunicación creativas, articulación entre facultades, presencia territorial permanente. La resistencia tiene que evitar caer en la repetición de gestos testimoniales y, al mismo tiempo, debe impedir que el poder naturalice su avance. Nuestro desafío es interrumpir la normalidad que Milei necesita para imponerse.
En la Universidad Nacional de las Artes estamos poniendo en práctica esa convicción. Nos encontramos en plena construcción de una agrupación llamada NODOCENTES DE BASE, con una identidad renovada y una visión que reconoce la gravedad del momento. No estamos improvisando: partimos de un diagnóstico claro. Sabemos que el 9 de diciembre, cuando el gobierno presente su propuesta de reforma laboral, comenzará una etapa decisiva. Nadie debe engañarse: esa reforma buscará flexibilizar, fragmentar y debilitar al trabajador argentino en todos los sectores. Y si las y los NODOCENTES y el conjunto de los Trabajadores no estamos organizados de manera sólida, creativa y comprometida, la embestida será aún más dura.
Por eso estamos trabajando para que nuestra organización sea amplia, cercana y verdaderamente representativa. Queremos que cada compañero y compañera sepa que no está solo. Que nuestro rol en la universidad no es accesorio, somos parte esencial del funcionamiento institucional y, por lo tanto, somos parte del proyecto de país que defendemos. El flashmob de Once mostró que la UNA tiene una potencia enorme, y que los recursos artísticos no son solo una expresión cultural, también son un recurso político para disputar sentido y sumar voluntades.
Lo que estamos construyendo en la UNA es una forma de sindicalismo que entiende el tiempo histórico. Un sindicalismo con presencia cotidiana, con acción pública, con sensibilidad, con territorio, con creatividad, con formación política y con capacidad de movilizar inteligencia colectiva. Porque la bronca sola no alcanza; la conciencia sin organización tampoco.
Frente a un gobierno que quiere reducir los derechos laborales, quebrar las organizaciones sindicales, recortar políticas de género, desfinanciar las universidades, privatizar la cultura y convertir al país en un mercado sin ciudadanía, nuestra responsabilidad es actuar con determinación. Defender la universidad pública es defender la patria. Defender a los sindicatos es defender la dignidad de los trabajadores. Defender los derechos de género y de las diversidades es defender un país donde todas las personas puedan vivir sin miedo ni violencia. Defender nuestra organización en la UNA es defender la posibilidad de construir una respuesta profunda, creativa y sostenida.
La historia nos convoca y no hay margen para la espera. Esta es la hora de las convicciones profundas y del plan de lucha que ya empezó en las calles, empujado por una parte del pueblo que no está dispuesto a entregar su destino. La ofensiva antipatria busca quebrar la columna vertebral de la Argentina, pero nuestra responsabilidad es impedirlo con organización, creatividad y una presencia constante en el espacio público. Solo así podremos enfrentar un proyecto que quiere desarmar todo lazo social y toda herramienta de dignidad. Con unidad, solidaridad y organización, pero con estrategias nuevas y con la certeza absoluta de que ningún retroceso es aceptable, vamos a dar esta batalla. Porque cuando el pueblo se organiza, no hay ajuste que pueda con él. Porque cuando la universidad pública se moviliza, la sociedad despierta. Y porque cuando los trabajadores se plantan, la historia cambia de rumbo.
TRES DE FEBRERO
TIGRE
SAN ISIDRO